Andreu World celebró los 20 años de la silla Manila, diseñada por Lievore Altherr Molina, con su donación al Museu del Disseny de Barcelona en un acto público celebrado en el Museu el día 20 de junio con asistencia de medios y colaboradores.


Que una silla esté en el mercado de forma ininterrumpida durante 20 años es significativo. Quiere decir que detrás hay unos valores que la hacen necesaria y que su diseño sigue vigente. Este es el caso de la silla Manila diseñada por el estudio Lievore Altherr Molina en 1999. Coincidiendo con la Barcelona Design Week, Andreu World, la empresa que lleva dos décadas produciéndola, hace donación al Museu del Disseny de dos ejemplares, un original de 1999 y otro actual de 2019, y de esta forma la Manila pasará a ser patrimonio de todos los barceloneses.

¿Por qué es especial?


Este acto se celebró con la directora del Museu del Disseny, Pilar Vélez; el responsable de la colección de diseño de producto, Rossend Casanova; el diseñador Alberto Lievore y el CEO de Andreu World, Jesús Llinares y aprovechamos para preguntarles por la historia que hay detrás de esta silla: el encargo, la idea, el proceso de diseño, los materiales, la fabricación, la comunicación, la venta o la evolución. Pero sobre todo reflexionaremos sobre qué ha hecho a la Manila tan especial para ganarse un lugar en la historia de nuestro diseño.

Andreu World es una empresa familiar y por eso mantenemos una relación muy especial con el tiempo. Pensamos la vida a largo plazo y somos fieles a la idea de que para construir el futuro necesitamos mantener vivo el pasado. Nos gusta que nuestros productos envejezcan bien, por eso celebramos dos décadas con Manila, una gran familia de sillas que ha evolucionado hasta convertirse en un clásico, porque adapta a la perfección el lenguaje clásico al contexto actual. Un diseño sólido y honrado que ofrece confort atemporal.

La colección Manila

La colección Manila abarca sillas, sillones, taburetes y butacas, con y sin brazos. Realizada con madera maciza de haya y roble, está disponible con tapizado o de textil piel, siempre con una característica costura en cruz en asiento y respaldo.
Comentó Alberto Lievore: “Hasta la fecha eran sillas muy verticales, patriarcales, con el respaldo muy alto, esa era la tendencia. En casa de mis suegros tenían sillas de estilo remordimiento, hiperbarrocas, con el respaldo de rejilla, y ese fue el punto de partida. Discutiendo internamente en el estudio empezamos a hacerla alta, pero luego hicimos la versión que nos gustaba, ancha y baja, que después dio lugar a una serie de sillas más democráticas, menos patriarcales. El nombre de Manila viene del trabajo con la paja y su tejido, un elemento gráfico a tener en consideración.”