Las oficinas pueden ser los “no lugares” más inhóspitos que podamos imaginar. Sobre todo, cuando son escenarios de una insensible empresa especializada en despidos cuyo empleado modelo considera que los aeropuertos, pasillos y salas de espera son su verdadero hogar. La película se llama Up in the air.

Up in the air

Ryan Bingham es un ejecutivo maduro que adora su trabajo: desplazarse continuamente por todo Estados Unidos como empleado estrella de una empresa a la que se contrata para despedir empleados. Ryan –espléndido Geroge Clooney– despide a la gente con profesionalidad, sin empatía ni remordimientos. Es su trabajo. Para desempeñarlo con eficacia ha decidido prescindir de vida privada y otras interferencias. Simplemente, acumula millas en sus vuelos de trabajo con el afán de llegar a un récord con premio. Estamos en la cinta Up in the air, dirigida por Jason Reitman.

Oficinas impersonales

Los aeropuertos, todos iguales, impersonales, fríos y vacíos como su propia vida, son su hogar. Allí se siente cómodo y protegido de compromisos. De vez en cuando, imparte alguna conferencia en inhóspitas salas de hotel sobre las ventajas de viajar por la vida sin mochila sentimental. Tiene una amante ocasional que de la que sabe muy pocas cosas.

Los escenarios sobre los que se desarrolla esta historia de desapego emocional y deshumanización no pueden ser más apropiados. Son los conocidos “no lugares” –aeropuertos, estaciones, salas de espera, centros de convenciones– diseñados en pro de la eficiencia y nada más. ¿Funcionan? Sí. ¿Nos aportan algo? Solo desamparo y tristeza.

Up in the air

Salas de espera de aeropuertos

Las cristaleras son la única pared que vemos, incapaz de cobijar a las personas. Los pasillos son las salas de estar de estos escenarios con duras bancadas y televisiones mudas. Los baños son públicos y siempre están limpios. Tanto que dan un poco de miedo. Las oficinas de las empresas a las que acude Ryan son cubículos acabados en gris con muebles y moquetas del mismo color y lámparas que bañan los espacios sin piedad. De hecho, no sabríamos explicar cómo son las empresas que visita el protagonista porque todas se parecen entre ellas y no difieren demasiado de los aeropuertos que le llevan de una punta a otra del país.

El trabajo de diseño de producción de Steve Saklad se centra en algunos espacios cálidos que contrastan ligeramente con los escenarios de trabajo y viaje. En éstos últimos no ha tenido que hacer nada. Los aeropuertos internacionales clónicos abundan en todo el planeta y las oficinas sin alma también.

El sentido de la vida Up in the aire

La historia muestra cómo evoluciona el personaje cuando le asignan una jovencita prometedora que le aconseja que despidan por videoconferencia para evitar el desgaste con las personas.  Una de las personas despedidas se acaba suicidando y su compañera abandona el trabajo. Él se replantea la falta de sentido de su vida cuando descubre que su amante está casada, es madre de familia y lo utiliza a él para evadirse. Al final, solo de nuevo y recuperado del bache provocado por las fallidas videoconferencias, se dirige a una impersonal sala de espera donde se anuncian los próximos vuelos en su vida de nómada sin sentido.

Texto Marcel Benedito. 
Fotografía Paramount Pictures
Up in the air